Instituto Presidente Errázuriz

"50 AÑOS Evangelizando Chile"

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Evangelio Día lunes 31 Julio 2017

Lunes de la decimoséptima semana del tiempo ordinario

San Ignacio de Loyola 

Leer el comentario del Evangelio por 
San Pedro Crisólogo : La levadura que hace levantar a toda la humanidad 

Exodo 32,15-24.30-34.

Moisés emprendió el camino de regreso y bajó de la montaña llevando en sus manos las dos tablas del Testimonio, que estaban escritas de un lado y de otro. 
Esas tablas eran obra de Dios, y la escritura grabada sobre ellas era escritura de Dios. 
Al escuchar el ruido de las aclamaciones que profería el pueblo, Josué dijo a Moisés: "Hay gritos de guerra en el campamento". 
Pero Moisés respondió: "No son cantos de victoria, ni alaridos de derrota; lo que oigo son cantos de coros alternados". 
Cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el ternero y las danzas, se enfureció, y arrojando violentamente las tablas que llevaba en sus manos, las hizo añicos al pie de la montaña. 
Después tomó el ternero que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta pulverizarlo. Luego esparció el polvo sobre el agua, y se la hizo beber a los israelitas. 
Moisés dijo a Aarón: "¿Qué te ha hecho este pueblo para que lo indujeras a cometer un pecado tan grave?". 
Pero Aarón respondió: "Te ruego, señor, que reprimas tu enojo. Tú sabes muy bien que este pueblo está inclinado al mal. 
Ellos me dijeron: "Fabrícamos un dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto". 
Entonces les ordené: "El que tenga oro que se desprenda de él. Ellos me lo trajeron, yo lo eché al fuego, y salió este ternero". 
Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: "Ustedes han cometido un gran pecado. Pero ahora subiré a encontrarme con el Señor, y tal vez pueda expiar ese pecado". 
Moisés fue a encontrarse nuevamente con el Señor y le dijo: "Por desgracia, este pueblo ha cometido un gran pecado, ya que se han fabricado un dios de oro. 
¡Si tú quisieras perdonarlo, a pesar de esto...! Y si no, bórrame por favor del Libro que tú has escrito". 
El Señor le respondió: "Yo borraré de mi Libro al que ha pecado contra mí. 
Y ahora vete. Lleva a este pueblo hasta el lugar que yo te indiqué: mi ángel irá delante de ti. Y cuando llegue el momento, los visitaré para castigarlos por su pecado". 


Mateo 13,31-35.

Jesús propuso a la gente otra parábola: 
"El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. 
En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas". 
Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa". 
Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas, 
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo. 



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 



Leer el comentario del Evangelio por : 

San Pedro Crisólogo (c. 406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia 
Sermón 99 

La levadura que hace levantar a toda la humanidad

 

Cristo acaba de comparar su reino a un grano de mostaza; ahora lo identifica con la levadura. Contaba que el hombre había sembrado un pequeño grano y había salido un gran árbol; ahora es la mujer quien mete una pizca de levadura para hacer fermentar a toda su pasta. Como dice el apóstol Pablo:  «En el Señor, la mujer no es nada sin el hombre ni el hombre sin la mujer» (1Co 11,11)... en estas palabras, Adán, el primer hombre, y Eva, la primera mujer, son conducidos desde el árbol del conocimiento del bien y del mal al sabor consumidor de este árbol de mostaza del Evangelio... 

Eva había recibido del demonio la levadura de la mala fe; ahora esta mujer recibe de Dios la levadura de la fe... Eva, por la levadura de muerte, en la persona de Adán había estropeado toda la pasta del género humano; otra mujer, en la persona de Cristo, por la levadura de la resurrección renovará toda la pasta humana. Después de Eva que ha cocido el pan de los gemidos y del sudor (Gn 3,19) es la que cocerá el pan de la vida y de la salvación. Después de aquella que en Adán ha sido la madre de todos los muertos,  será en Cristo la verdadera «madre de todos los vivientes» (Gn 3,20). Porque si Cristo ha querido nacer, es porque en esta humanidad en la que Eva había sembrado la muerte, María devuelve la vida. María nos ofrece la perfecta imagen de esta levadura, e nos propone su parábola cuando en su seno recibe del cielo la levadura del Verbo, y desde su seno virginal lo expande sobre la carne humana, ¿qué digo? Sobre una carne que, en su seno virginal, es totalmente celeste y ella hace fermentar.

 

Evangelio día Miércoles 26 Julio 2017

Miércoles de la decimosexta semana del tiempo ordinario

Santos Joaquín y Ana, Beata Josefa María de Micheli 

Leer el comentario del Evangelio por 
San Juan Crisóstomo : «¡El que tenga oídos, que oiga!» 

Exodo 16,1-5.9-15.

Luego partieron de Elím, y el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto, toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí. 
En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. 
"Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea". 
Entonces el Señor dijo a Moisés: "Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley. 
El sexto día de la semana, cuando preparen lo que hayan juntado, tendrán el doble de lo que recojan cada día". 
Moisés dijo a Aarón: "Da esta orden a toda la comunidad de los israelitas: Preséntense ante el Señor, porque él ha escuchado sus protestas". 
Mientras Aarón les estaba hablando, ellos volvieron su mirada hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció en la nube. 
Y el Señor dijo a Moisés: 
"Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: "A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios". 
Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. 
Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. 
Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: "¿Qué es esto?". Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: "Este es el pan que el Señor les ha dado como alimento. 


Mateo 13,1-9.

Aquel día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. 
Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. 
Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: "El sembrador salió a sembrar. 
Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. 
Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; 
pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. 
Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. 
Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. 
¡El que tenga oídos, que oiga!". 



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 



Leer el comentario del Evangelio por : 

San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia 
Homilía sobre Lázaro, 2 

«¡El que tenga oídos, que oiga!»

 

Un sembrador se fue a echar la semilla y una parte cayó al borde del camino, pero vinieron las aves y se la comieron, otra parte cayó en tierra buena. Tres partes se perdieron, una sola fructificó. Pero el sembrador no cesó de cultivar el campo. Le basta que una parte se conserve para no dejar su trabajo. En este momento es imposible que el grano que yo echo en  medio de un auditorio tan numeroso deje de germinar. Si no todos escuchan, una tercera parte sí que escucha. Si no es una tercera parte será una décima. Si incluso no llega a una décima parte, si hay uno sólo que escucha en esta asamblea numerosa, no dejaré de hablar. 

No es pequeña cosa la salvación de una sola oveja. El Buen Pastor dejó las noventa y nueve para correr tras la oveja descarriada. (Lc 15,4) No podría despreciar a ninguna. Incluso si no hubiera más que uno que escucha, siempre sería un ser humano, un ser tan querido por Dios. Aunque fuera un esclavo, no lo despreciaría, porque busco el valor personal y no la condición social, busco al hombre. Aunque no hubiera más que uno, siempre sería el hombre, aquel por quien fueron creados el sol, el aire, los manantiales y el mar, enviados los profetas, dada la Ley. Por el ser humano, el Hijo único de Dios se hizo hombre. Mi Señor se inmoló, su sangre ha sido derramada por el hombre y yo ¿sería capaz de menospreciar a quien fuera?... 

No, no dejaré de sembrar la palabra aunque nadie escuchara. Soy médico, ofrezco mis remedios. Tengo que enseñar, tengo que instruir porque está escrito: «Te he constituido centinela de Israel.» (Ez 3,17)

Evangelio día martes 25 Julio 2017

Beato Darío Acosta Zurita 

Leer el comentario del Evangelio por 
Eusebio de Cesárea : El martirio de Santiago, apóstol 

San Pablo a los Corintios 2 4,7-15.

Hermanos: 
Nosotros llevamos un tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios. 
Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; 
perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados. 
Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. 
Y así aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 
De esa manera, la muerte hace su obra en nosotros, y en ustedes, la vida. 
Pero teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la Escritura: Creí, y por eso hablé, también nosotros creemos, y por lo tanto, hablamos. 
Y nosotros sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con él y nos reunirá a su lado junto con ustedes. 
Todo esto es por ustedes: para que al abundar la gracia, abunde también el número de los que participan en la acción de gracias para gloria de Dios. 


Mateo 20,20-28.

La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. 
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". 
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron. 
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". 
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. 
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. 
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; 
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: 
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud". 



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 



Leer el comentario del Evangelio por : 

Eusebio de Cesárea (c. 265-340), obispo, teólogo e historiador 
Historia eclesiástica, II, 3, 9 (trad. SC 31, p. 54s rev.) 

El martirio de Santiago, apóstol

 

Sin duda que fue gracias a un poder y a una asistencia del cielo que la doctrina de la salvación, iluminara de repente, como un rayo de sol, toda la tierra. En efecto, siguiendo las divinas Escrituras, la voz de los evangelistas y de los apóstoles, resonó por toda la tierra; sus palabras llegaron hasta los confines del universo. Y en cada ciudad, en cada pueblo, al igual que en cada superficie al aire libre, se constituyeron en grupo Iglesias fuertes con millares de hombres, llenas de fieles... 

Pero bajo el reinado del emperador Claudio, el rey Herodes se dedicó a maltratar a algunos miembros de la Iglesia; fue así que hizo matar a Santiago, hermano de Juan, a filo de espada (Hch 12,2). Clemente nos da el siguiente relato de Santiago, digno de recordar: el mismo que lo condujo al tribunal se conmovió viendo cómo daba testimonio, y confesó que también él era cristiano. Los dos (dice) fueron conducidos juntos al suplicio; y a lo largo del camino, éste pidió a Santiago que le perdonara. Santiago reflexionó un instante y le abrazó diciendo: «¡La paz sea contigo!» Y los dos fueron decapitados al mismo tiempo. 

Entonces, como dice la Divina Escritura, al ver Herodes que el acto de asesinar a Jacobo agradó a los judíos, intentó rematarlo con Pedro; lo hizo prisionero, y hubiera llevado a cabo el asesinato, de no haber sido por una manifestación divina, en la que un ángel se le apareció durante la noche y le sacó de las prisiones milagrosamente, libertándolo para el ministerio de la predicación. Así fue el plan divino para Pedro (Hch 12,4-17).

Evangelio Día Lunes 24 de Julio.

Lunes de la decimosexta semana del tiempo ordinario

Beato Juan Antonio Pérez Mayo, san Francisco Solano, Beato Cristóbal de Santa Catalina 

Leer el comentario del Evangelio por 
Ruperto de Deutz : «Aquí hay uno que es más que Salomón» 

Exodo 14,5-18.

Cuando informaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, el Faraón y sus servidores cambiaron de idea con respecto al pueblo, y exclamaron: "¿Qué hemos hecho? Dejando partir a Israel, nos veremos privados de sus servicios". 
Entonces el Faraón hizo enganchar su carro de guerra y alistó sus tropas. 
Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, con tres hombres en cada uno. 
El Señor endureció el corazón del Faraón, el rey de Egipto, y este se lanzó en persecución de los israelitas, mientras ellos salían triunfalmente. 
Los egipcios los persiguieron con los caballos y los carros de guerra del Faraón, los conductores de los carros y todo su ejército; y los alcanzaron cuando estaban acampados junto al mar, cerca de Pihajirot, frente a Baal Sefón. 
Cuando el Faraón ya estaba cerca, los israelitas levantaron los ojos y, al ver que los egipcios avanzaban detrás de ellos, se llenaron de pánico e invocaron a gritos al Señor. 
Y dijeron a Moisés: "¿No había tumbas en Egipto para que nos trajeras a morir en el desierto? ¿Qué favor nos has hecho sacándonos de allí? 
Ya te lo decíamos cuando estábamos en Egipto: "¡Déjanos tranquilos! Queremos servir a los egipcios, porque más vale estar al servicio de ellos que morir en el desierto". 
Moisés respondió al pueblo: "¡No teman! Manténganse firmes, porque hoy mismo ustedes van a ver lo que hará el Señor para salvarlos. A esos egipcios que están viendo hoy, nunca más los volverán a ver. 
El Señor combatirá por ustedes, sin que ustedes tengan que preocuparse por nada. 
Después el Señor dijo a Moisés: "¿Por qué me invocas con esos gritos? Ordena a los israelitas que reanuden la marcha. 
Y tú, con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para que puedan cruzarlo a pie. 
Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, y ellos entrarán en el mar detrás de los israelitas. Así me cubriré de gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de sus carros y de sus guerreros. 
Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando yo me cubra de gloria a expensas del Faraón, de sus carros y de sus guerreros". 


Mateo 12,38-42.

Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: "Maestro, queremos que nos hagas ver un signo". 
El les respondió: "Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. 
Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches. 
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás. 
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón." 



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 



Leer el comentario del Evangelio por : 

Ruperto de Deutz (c. 1075-1130), monje benedictino 
De la Trinidad y sus obras, 42, 4; PL 167, 1130 

«Aquí hay uno que es más que Salomón»

 

     El profeta Natán concertado con Betsabé, presentaron juntos su proyecto ante el anciano, el sabio Rey David que iba a morir (1R 1). Es entonces cuando Salomón cuyo nombre significa "señor pacífico" recibió la unción real. Después, todo el pueblo recuperó su situación cotidiana; la multitud estaba contenta y la alegría era tan grande que los clamores hacían vibrar la tierra, porque el rey había declarado: "Establezco a Salomón como rey en Israel y el sur de Judea" (v. 35.40). Esta entronización prefigura sin duda alguna, el misterio del que habla Daniel: «Comenzó la sesión y se abrieron los libros... vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia. A él se le dio poder, honor y reino» (Dn 7,10-14). 

      Por lo tanto, por la iniciativa de un profeta, Salomón fue nombrado rey, así se cumplieron las profecías en su sentido espiritual, que Cristo, Hijo de Dios, sería reconocido Rey pacífico, Rey de la gloria de Padre, atrayéndolo todo hacia Él. Salomón ha llegado a ser Rey en vida de su padre, como Cristo fue establecido Rey por Dios, el Padre que no puede morir. Sí, ciertamente, lo hizo Rey, «heredero de todas las cosas» (He 1,2), el que no muere y ni morirá jamás. Y, lo que es admirable y único, Cristo, heredero de un Padre siempre vivo y que nunca morirá, murió, una vez por todas; entró en la vida y no morirá nunca más. 

      Entonces, Salomón «se sentó en la mula del Rey»(1R 1,38). Mejor dicho, sobre el trono de su Padre, es decir sobre toda la Iglesia..., «por encima de principados, potestades, tronos y dominaciones» (Ef 1,21), y Cristo está sentado ahora «a la derecha de la Majestad en los cielos» (He 1,3). Por ello toda la multitud sube a su casa, un pueblo que canta y acoge con beneplácito. Y la tierra se estremece de su clamor. Nosotros también hemos entendido la gran alegría de quienes proclamaban la gloria, es decir el júbilo de los apóstoles cuando hablaban en todos los idiomas (Hchos. 2) ya que "por toda la tierra ha resonado su voz" y "sus palabras han llegado hasta los confines del mundo" (Sal. 18,5).

Evangelio Día Miércoles 05 de Julio.

Miércoles de la decimotercera semana del tiempo ordinario

San Antonio María Zaccaría 

Leer el comentario del Evangelio por 
San Juan Crisóstomo : “La liberación de los cautivos” 

Génesis 21,5.8-20.

Abraham tenía entonces cien años de edad. 
El niño creció y fue destetado, y el día en que lo destetaron, Abraham ofreció un gran banquete. 
Sara vio que el hijo de Agar, la egipcia, jugaba con su hijo Isaac. 
Entonces dijo a Abraham: "Echa a esa esclava y a su hijo, porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac". 
Esto afligió profundamente a Abraham, ya que el otro también era hijo suyo. 
Pero Dios le dijo: "No te aflijas por el niño y por tu esclava. Concédele a Sara lo que ella te pide, porque de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. 
Y en cuanto al hijo de la esclava, yo haré de él una gran nación, porque también es descendiente tuyo". 
A la madrugada del día siguiente, Abraham tomó un poco de pan y un odre con agua y se los dio a Agar; se los puso sobre las espaldas, y la despidió junto con el niño. Ella partió y anduvo errante por el desierto de Berseba. 
Cuando se acabó el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos, 
y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: "Al menos no veré morir al niño". Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos. 
Dios escuchó la voz del niño, y el Angel de Dios llamó a Agar desde el cielo: "¿Qué te pasa, Agar?", le dijo. "No temas, porque Dios ha oído la voz del niño que está ahí. 
Levántate, alza al niño y estréchalo bien en tus brazos, porque yo haré de él una gran nación". 
En seguida Dios le abrió los ojos, y ella divisó un pozo de agua. Fue entonces a llenar el odre con agua y dio de beber al niño. 
Dios acompañaba al niño y este fue creciendo. Su morada era el desierto, y se convirtió en un arquero experimentado. 


Mateo 8,28-34.

Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. 
Y comenzaron a gritar: "¿Que quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?" 
A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo. 
Los demonios suplicaron a Jesús: "Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara". 
El les dijo: "Vayan". Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron. 
Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. 
Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio. 



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 



Leer el comentario del Evangelio por : 

San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia 
Homilía sobre la palabra “cementerio” y la cruz 

“La liberación de los cautivos”

 

En este día, Jesucristo ha penetrado como vencedor en los abismos del infierno. En este día, Jesús “rompió las puertas de bronce, e hizo trizas los cerrojos de hierro”, como lo dice Isaías (45,2). Prestad atención a estas dos expresiones. No dice que ha “abierto” las puertas de bronce ni que las ha quitado, sino que las “rompió”, para dar a entender que ya no habrá prisión, para decir que Jesús ha aniquilado el lugar de los cautivos. Una prisión donde ya no hay puertas ni cerrojos no puede retener a los prisioneros. Las puertas que Cristo ha roto ¿quién las podría restablecer? Los cerrojos que el ha hecho trizas ¿quién los podría restaurar? 

Cuando los príncipes de la tierra dejan en libertad a los detenidos por medio de cartas de amnistía, dejan intactas las puertas y los guardias de la prisión, para demostrar a los que son liberados que pueden volver a entrar en ella, ellos mismos u otros. Cristo no actúa así. Rompiendo las puertas de bronce, Cristo da testimonio de que ya no existe la cautividad ni la muerte. 

¿Por qué puertas de “bronce”?... Porque la muerte es implacable, inflexible, dura como el diamante. Nunca, durante todos los siglos antes de Cristo, ninguno de sus cautivos pudo escaparse de la muerte, hasta el día en que el Soberano del cielo descendió en el abismo para arrancarle a la muerte sus víctimas.

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