Instituto Presidente Errázuriz

"50 AÑOS Evangelizando Chile"

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Evangelio Día miércoles 23 Agosto 2017

Miércoles de la vigésima semana del tiempo ordinario

Santa Rosa de Lima 

Leer el comentario del Evangelio por 
San Gregorio Magno : ¿Por qué permanecisteis allí todo el día sin hacer nada? 

Jueces 9,6-15.

Entonces se reunieron todos los señores de Siquém y todo Bet Miló, y fueron a proclamar rey a Abimélec, junto a la encina de la piedra conmemorativa que está en Siquém. 
Cuando le llevaron la noticia a Jotám, este se puso en la cima del monte Garizím, y gritó con voz potente: "Escúchenme, señores de Siquém, y que Dios los escuche a ustedes: 
Los árboles se pusieron en camino para ungir a un rey que los gobernara. Entonces dijeron al olivo: 'Sé tú nuestro rey'. 
Pero el olivo les respondió: '¿Voy a renunciar a mi aceite con el que se honra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?' 
Los árboles dijeron a la higuera: 'Ven tú a reinar sobre nosotros'. 
Pero la higuera les respondió: '¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme por encima de los árboles?' 
Los árboles le dijeron a la vid: 'Ven tú a reinar sobre nosotros'. 
Pero la vid les respondió: '¿Voy a renunciar a mi mosto que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?'. 
Entonces, todos los árboles dijeron a la zarza: 'Ven tú a reinar sobre nosotros'. 
Pero la zarza respondió a los árboles: 'Si de veras quieren ungirme para que reine sobre ustedes, vengan a cobijarse bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y consumirá los cedros del Líbano'. 


Mateo 20,1-16a.

Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. 
Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña. 
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, 
les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. 
Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. 
Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'. 
Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'. 
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'. 
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. 
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. 
Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, 
diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'. 
El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? 
Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. 
¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'. 
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos». 

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 

Leer el comentario del Evangelio por : 

San Gregorio Magno (c. 540-604), papa y doctor de la Iglesia 
Homilías sobre los Evangelios, n° 19 

¿Por qué permanecisteis allí todo el día sin hacer nada?

 

      Podemos repartir estas diversas horas del día entre los años de vida del hombre. El amanecer, es la infancia de nuestra inteligencia. La tercera hora puede aplicarse a la adolescencia, porque el sol deslumbra ya, por decirlo así, desde la altura, en los ardores de la juventud que empiezan a calentarse. La sexta hora, es la edad de la madurez: el sol se establece allí como su punto de equilibrio, ya que el hombre está en la plenitud de su fuerza. La novena hora designa la vejez, dónde el sol desciende, en cierto modo, desde lo alto del cielo, para que los ardores de la edad madura se refresquen. En fin, la undécima hora es la edad que se nombra como vejez avanzada... 

      Unos son conducidos a una vida honrada desde la infancia, otros durante la adolescencia, otros en la edad madura, otros en la vejez y otros por fin en edad muy avanzada, es como si fueran llamados a la vid, a diferentes horas del día. Examinad pues vuestro modo de vivir, hermanos, y ved si vosotros actuáis como obreros de Dios. Reflexionad bien, y considerad si trabajáis en la vid del Señor... El que se descuidó de vivir para Dios hasta su última edad, es como el obrero que ha estado sin hacer nada hasta la undécima hora... "¿Por qué habéis estado todo el día sin hacer nada?" Es como si dijéramos claramente: "Si no habéis querido vivir para Dios durante vuestra juventud y edad madura, arrepentíos, por lo menos, en vuestra última edad... Venid, a pesar de todo, hacia los caminos de la vida"... ¿No fue a la undécima hora cuando el ladrón regresó? (Lc 23,39s) No fue por su edad avanzada, sino por el suplicio con que se encontró al llegar a la tarde de su vida. Confesó a Dios sobre la cruz, y expiró casi en el momento en el que el Señor le daba su sentencia. Y el Dueño de todo, admitiendo al ladrón antes que a Pedro en el descanso del paraíso, distribuyó bien el salario comenzando por el último.

Evangelio Día martes 22 Agosto 2017

Martes de la vigésima semana del tiempo ordinario

Santísima Virgen María

Beato Simeón Lukac 

Leer el comentario del Evangelio por 
San Gregorio Magno : «He aquí  que nosotros hemos dejado todo por seguirte» 

Jueces 6,11-24a.

El Angel del Señor fue a sentarse bajo la encina de Ofrá, que pertenecía a Joás de Abiézer. Su hijo Gedeón estaba moliendo trigo en el lagar, para ocultárselo a los madianitas. 
El Angel del Señor se le apareció y le dijo: "El Señor está contigo, valiente guerrero". 
"Perdón, señor, le respondió Gedeón; pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas esas maravillas que nos contaron nuestros padres, cuando nos decían: 'El Señor nos hizo subir de Egipto?' Pero ahora él nos ha desamparado y nos ha entregado en manos de Madián". 
El Señor se volvió hacia él y le dijo: "Ve, y con tu fuerza salvarás a Israel del poder de los madianitas. Soy yo el que te envío". 
Gedeón le respondió: "Perdón, Señor, pero ¿cómo voy a salvar yo a Israel, si mi clan es el más humilde de Manasés y yo soy el más joven en la casa de mi padre?". 
"Yo estaré contigo, le dijo el Señor, y tú derrotarás a Madián como si fuera un solo hombre". 
Entonces Gedeón respondió: "Señor, si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres realmente tú el que está hablando conmigo. 
Te ruego que no te muevas de aquí hasta que yo regrese. En seguida traeré mi ofrenda y la pondré delante de ti". El Señor le respondió: "Me quedaré hasta que vuelvas". 
Gedeón fue a cocinar un cabrito y preparó unos panes sin levadura con una medida de harina. Luego puso la carne en una canasta y el caldo en una olla; los llevó debajo de la encina y se los presentó. 
El Angel del Señor le dijo: "Toma la carne y los panes ácimos, deposítalos sobre esta roca y derrama sobre ellos el caldo". Así lo hizo Gedeón. 
Entonces el Angel del Señor tocó la carne y los panes ácimos con la punta del bastón que llevaba en la mano, y salió de la roca un fuego que los consumió. En seguida el Angel del Señor desapareció de su vista. 
Gedeón reconoció entonces que era el Angel del Señor, y exclamó: "¡Ay de mí, Señor, porque he visto cara a cara al Angel del Señor!". 
Pero el Señor le respondió: "Quédate en paz. No temas, no morirás". 
Gedeón erigió allí un altar al Señor y lo llamó: "El Señor es la paz". Todavía hoy se encuentra ese altar en Ofrá de Abiézer. 


Mateo 19,23-30.

Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. 
Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos". 
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". 
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible". 
Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?". 
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 
Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna. 
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. 

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 

Leer el comentario del Evangelio por : 

San Gregorio Magno (c. 540-604), papa y doctor de la Iglesia 
Homilía 5 sobre el Evangelio; PL 76, 1093 

«He aquí  que nosotros hemos dejado todo por seguirte»

 

     Vosotros habéis entendido, mis queridos hermanos, que Pedro y Andrés han abandonado sus redes para seguir al Redentor a la primera voz de su llamada (Mt 4, 20)... 

     Puede ser que alguno se diga todo bajo: Para obedecer a la llamada del Señor, ¿ que es lo que estos dos pescadores han abandonado, ellos que no tenían casi nada? Pero en esta materia, nosotros debemos considerar las disposiciones del corazón antes que la fortuna. Ha dejado mucho, el que nada retenía para él; ha dejado mucho el que ha abandonado todo,  lo mismo si es poca cosa. Nosotros  que poseemos, lo conservamos con pasión, y esto que no tenemos, lo perseguimos nosotros  con  el deseo. Sí, Pedro y Andrés han dejado mucho, puesto que el uno y el otro han abandonado el deseo de poseer. Ellos han abandonado mucho, puesto que han renunciado a sus bienes y también han renunciado a sus codicias. Siguiendo al Señor, ellos han renunciado a todo lo que habrían podido desear si no le hubieran seguido.

 

Evangelio Día lunes 21 Agosto 2017

Lunes de la vigésima semana del tiempo ordinario

San Pío X 

Leer el comentario del Evangelio por 
Santa Clara : La única cosa necesaria 

Jueces 2,11-19.

Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos del Señor y sirvieron a los Baales. 
Abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había hecho salir de Egipto; fueron detrás de otros dioses - los dioses de los pueblos vecinos - y se postraron delante de ellos, provocando así la indignación del Señor. 
Abandonaron al Señor para servir a Baal y a Astarté. 
Por eso, la ira del Señor se encendió contra Israel: él los puso en manos de salteadores, que los despojaron; los entregó a los enemigos que tenían a su alrededor, y no pudieron oponerles resistencia. 
En todas las campañas, la mano del Señor se ponía en contra de ellos para hacerles mal, como el mismo Señor lo había dicho y jurado. Así se encontraron en una situación muy angustiosa. 
Entonces el Señor suscitaba jueces, que salvaban a los israelitas del poder de los salteadores. 
Pero los israelitas no escuchaban a sus jueces, sino que se prostituían, yendo detrás de otros dioses y postrándose delante de ellos. Se desviaban muy pronto del camino seguido por sus padres, que habían obedecido los mandamientos del Señor. Ellos, en cambio, no hacían lo mismo. 
Cuando el Señor les suscitaba jueces, estaba con el juez y los salvaba de las manos de sus enemigos mientras vivía el juez, porque se compadecía de los gemidos que les provocaban sus opresores y perseguidores. 
Pero cuando moría el juez, volvían a pervertirse más aún que sus antepasados: iban detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de ellos, sin renunciar en nada a sus malas acciones y a su conducta obstinada. 


Mateo 19,16-22.

Luego se le acercó un hombre y le preguntó: "Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?". 
Jesús le dijo: "¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos". 
"¿Cuáles?", preguntó el hombre. Jesús le respondió: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, 
honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo". 
El joven dijo: "Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?". 
"Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme". 
Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes. 

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 

Leer el comentario del Evangelio por : 

Santa Clara (1193-1252), monja franciscana 
Carta 2 a Santa Inés de Praga, 3-14 (trad. Escritos de Santa Clara de Asís – Directorio franciscano) 

La única cosa necesaria

 

Doy gracias al espléndido dispensador de la gracia, de quien sabemos que procede toda dádiva óptima y todo don perfecto, porque te ha adornado con tantos títulos de virtud y te ha hecho brillar con las insignias de tanta perfección, para que, convertida en diligente imitadora del Padre perfecto, merezcas llegar a ser perfecta, a fin de que sus ojos no vean en ti nada imperfecto. Ésta es la perfección por la que el mismo Rey te asociará a sí en el tálamo celestial, donde se asienta glorioso en el solio de estrellas, porque, menospreciando las grandezas de un reino terrenal y estimando poco dignas las ofertas de un matrimonio imperial, convertida en émula de la santísima pobreza en espíritu de gran humildad y de ardentísima caridad, te has adherido a las huellas de Aquel a quien has merecido unirte en matrimonio. 

Como he sabido que estás colmada de virtudes, renuncio a ser prolija en la expresión y no quiero cargarte de palabras superfluas, aunque a ti no te parezca superfluo nada que pueda proporcionarte algún consuelo. Sin embargo, porque una sola cosa es necesaria (cf. Lc 10,42), ésta sola te suplico y aconsejo por amor de Aquel a quien te ofreciste como hostia santa y agradable (cf. Rom 12,1): que acordándote de tu propósito, como otra Raquel (cf. Gén 29,16), y viendo siempre tu punto de partida, retengas lo que tienes, hagas lo que haces, y no lo dejes, sino que, con andar apresurado, con paso ligero, sin que tropiecen tus pies, para que tus pasos no recojan siquiera el polvo, segura, gozosa y alegre, marcha con prudencia por el camino de la felicidad, no creyendo ni consintiendo a nadie que quiera apartarte de este propósito o que te ponga algún obstáculo en el camino para que no cumplas tus votos al Altísimo en aquella perfección a la que te ha llamado el Espíritu del Señor.

Evangelio viernes 18 Agosto 2017

Viernes de la decimonovena semana del tiempo ordinario

Santa Elena Riena 

Leer el comentario del Evangelio por 
Misal Romano: «De modo que ya no son dos, sino una sola carne» 

Josue 24,1-13.

Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. 
Entonces Josué dijo a todo el pueblo: "Así habla el Señor, el Dios de Israel: Sus antepasados, Téraj, el padre de Abraham y de Najor, vivían desde tiempos antiguos al otro lado del Río, y servían a otros dioses. 
Pero yo tomé a Abraham, el padre de ustedes, del otro lado del Río, y le hice recorrer todo el país de Canaán. Multipliqué su descendencia, y le di como hijo a Isaac. 
A Isaac lo hice padre de Jacob y de Esaú. A Esaú le di en posesión la montaña de Seir, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto 
Luego envié a Moisés y a Aarón, y castigué a Egipto con los prodigios que realicé en medio de ellos. Después los hice salir de Egipto, a ustedes 
y a sus padres, y ustedes llegaron al mar. Los egipcios persiguieron a sus padres, con carros y guerreros, hasta el Mar Rojo. 
Pero ellos pidieron auxilio al Señor: él interpuso una densa oscuridad entre ustedes y los egipcios, y envió contra ellos el mar, que los cubrió. Ustedes vieron con sus propios ojos lo que hice en Egipto. Luego permanecieron en el desierto durante largo tiempo, 
y después los introduje en el país de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán. Cuando ellos les hicieron la guerra, yo los entregué en sus manos, y así pudieron tomar posesión de su país, porque los exterminé delante de ustedes. 
Entonces Balac - hijo de Sipor, rey de Moab - se levantó para combatir contra Israel, y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, para que los maldijera. 
Pero yo no quise escuchar a Balaam, y él tuvo que bendecirlos. Así los libré de su mano. 
Después ustedes cruzaron el Jordán y llegaron a Jericó. La gente de Jericó les hizo la guerra, y lo mismo hicieron los amorreos, los perizitas, los cananeos, los hititas, los guirgasitas, los jivitas y los jebuseos; pero yo los entregué en sus manos. 
Hice cundir delante de ustedes el pánico, que puso en fuga a toda esa gente y a los dos reyes amorreos. Esto no se lo debes ni a tu espada ni a tu arco. 
Así les di una tierra que no cultivaron, y ciudades que no edificaron, donde ahora habitan; y ustedes comen los frutos de viñas y olivares que no plantaron. 


Mateo 19,3-12.

Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?". 
El respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; 
y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? 
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". 
Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?". 
El les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. 
Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio". 
Los discípulos le dijeron: "Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse". 
Y él les respondió: "No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. 
En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!". 

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 

Leer el comentario del Evangelio por : 

Misal Romano 
Bendición de los esposos en la celebración del matrimonio 

«De modo que ya no son dos, sino una sola carne»

Señor Dios nuestro, 

Que para revelar tus designios 
quisiste que el amor del hombre y la mujer 
fuera signo de la alianza 
que estableciste con tu pueblo, 
y que la unión de los esposos n el sacramento del matrimonio 
manifestara las bodas de Cristo con la Iglesia. (Ef 5,32). 

Extiende tu mano protectora sobre estos hijos tuyos N. y N. 
Que a lo largo de la vida común, 
santificada por este sacramento, 
se comuniquen los dones de tu amor; 
y que siendo el uno para el otro signo de tu presencia, 
sean en verdad un solo corazón y un solo espíritu. 
Concédeles, Señor, 
mantener con su trabajo la vida de su hogar, 
y educar a sus hijos según el Evangelio, 
para que formen parte de tu familia santa. 

Colma de bendiciones a tu hija N. (la esposa), 
para que pueda cumplir sus deberes de esposa y madre, 
y sea el alma y la alegría del hogar. 
Bendice también a tu hijo N, (el esposo), 
para que cumpla su misión de esposo fiel 
y padre solícito. 
Concede, Padre Santo, 
a quienes se han unido ante ti 
y desean acercarse a tu mesa, 
participar un día en la alegría del banquete eterno. 
Por Jesucristo nuestro Señor.

Evangelio Día jueves 17 Agosto 2017

Jueves de la decimonovena semana del tiempo ordinario

Santa Juana Delanoue, Beato Enrique Canadell Quintana 

Leer el comentario del Evangelio por 
San Cipriano : «Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a os que nos han ofendido» 

Josue 3,7-10a.11.13-17.

Entonces el Señor dijo a Josué: "Hoy empezaré a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que yo estoy contigo como estuve con Moisés. 
Ahora ordena a los sacerdotes que llevan el Arca de la Alianza: 'Cuando lleguen al borde del Jordán, deténganse junto al río'". 
Josué dijo a los israelitas: "Acérquense y escuchen las palabras del Señor, su Dios". 
Y añadió: "En esto conocerán que el Dios viviente está entre ustedes, y que él expulsará delante de ustedes a los cananeos, los hititas, los jivitas, los perizitas, los guirgazitas, los amorreos y los jebuseos: 
el Arca de la Alianza del Señor de toda la tierra va a cruzar el Jordán delante de ustedes. 
Y apenas los sacerdotes que llevan el Arca del Señor de toda la tierra apoyen sus pies sobre las aguas del Jordán, estas se abrirán, y las aguas que vienen de arriba se detendrán como contenidas por un dique". 
Cuando el pueblo levantó sus carpas para cruzar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza iban al frente de él. 
Apenas llegaron al Jordán y sus pies tocaron el borde de las aguas - el Jordán se desborda por sus dos orillas durante todo el tiempo de la cosecha - 
las aguas detuvieron su curso: las que venían de arriba se amontonaron a una gran distancia, cerca de Adam, la ciudad que está junto a Sartán; y las que bajaban hacia el mar de la Arabá - el mar de la Sal - quedaron completamente cortadas. Así el pueblo cruzó a la altura de Jericó. 
Los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del Señor permanecían inmóviles en medio del Jordán, sobre el suelo seco, mientras todo Israel iba pasando por el cauce seco, hasta que todo el pueblo terminó de cruzar el Jordán. 


Mateo 18,21-35.19,1.

Se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?". 
Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. 
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. 
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. 
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". 
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. 
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'. 
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'. 
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. 
Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. 
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'. 
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. 
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos". 
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán. 

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 

Leer el comentario del Evangelio por : 

San Cipriano (c. 200-258), obispo de Cartago y mártir 
La Oración del Señor, 23-24 

«Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a os que nos han ofendido»

 

     El Señor nos obliga a perdonar las ofensas de los que nos han ofendido, tal como nosotros pedimos que nos perdone las nuestras (Mt 6,12). Hemos de saber que no podemos obtener lo que pedimos en lo referente a nuestros pecados, si no hacemos lo mismo con los que han pecado contra nosotros. Por esto Cristo dice en otra parte: «La medida que usaréis la usarán también con vosotros» (Mt 7,2). Y el siervo que, después de haber sido perdonado de toda su deuda, no ha querido hacer él lo mismo con el compañero de servicio que le debía, es metido en la cárcel. Porque no quiso tener compasión con su compañero, perdió lo que su amo le había concedido gratuitamente. Y esto, Cristo lo establece aún con más fuerza en sus preceptos, cuando decreta...: «Cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas. Pero si no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en el cielo os perdonará vuestras culpas» (Mc 11,25-26)... 

Cuando Abel y Caín, ofrecieron los primeros sus sacrificios, no fueron su ofrendas lo que Dios miró, sino su corazón (Gn 4,3s). Aquel cuya ofrenda le agradó, es aquel cuyo corazón le agradaba. Abel, pacífico y justo, ofreciendo en su inocencia un sacrificio a Dios, enseñaba a los demás a acercarse con el temor de Dios a ofrecer su ofrenda sobre el altar, con un corazón sencillo, el sentido de la justicia, y mereció llegar a ser él mismo una preciosa ofrenda y dar el primer testimonio de martirio. Prefiguró, por la gloria de su sangre, la Pasión del Señor, porque poseía la justicia y la paz del Señor. Los hombres semejantes a él son los que se ven coronados por el Señor, y que, en el día del juicio, obtendrán la justicia.

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